martes, 10 de mayo de 2016

TRIDUO EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

Tomado de RADIO CRISTIANDAD

TRIDUO EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
   
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh María!, digna Madre de Dios y tierna Madre nuestra, que apareciendo en Fátima, nos habéis mostrado nuevamente en vuestro Corazón Inmaculado un asilo y refugio segurísimo, y en vuestro Santo Rosario un arma victoriosa contra el enemigo de nuestras almas, dándonos también rica promesa de paz y vida eterna, con el corazón contrito y humillado por mis culpas, pero lleno de confianza en vuestras bondades, vengo a ofreceros este Triduo de alabanzas y peticiones. Recordando, Señora benignísima, las palabras de Jesús en la Cruz, “Ahí tienes a tu Madre”, os digo con todo afecto: ¡Madre, aquí tenéis a vuestro hijo! Amén. 
 
DÍA PRIMERO - 10 DE MAYO
CONSIDERACIÓN: Reinado del Corazón de María
Dijo la Virgen a los pastorcitos de Fátima: “Jesús quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón”. En verdad, ¿puede haber cosa más justa y digna? Oigamos a San Antonio María Claret: “¿Habrá quien pregunte por qué veneramos al Corazón de María? ¿Se ha meditado bien la excelencia de este Corazón y las perfecciones sobrehumanas y más que angélicas que lo adornan? ¡Oh, con qué alegría contempla el Señor al Corazón de María, al que ninguna mancha desfigura ni afea germen alguno de pasión mala, en el que no existe sombra de defecto que pueda hacerle indigno y cuyas afecciones son todas celestes! O por hablar con más propiedad, ¡con qué satisfacción no se contempla a Sí mismo en aquel espejo fiel en donde se hallan retratados todos los rasgos de su semejanza, borrados en el resto de los hombres!”. Y afirma San Bernardino de Siena que “para ensalzar los sentimientos del Corazón Virginal de María no bastan las lenguas de todos los hombres, ni aún las de los ángeles”. ¡Tan digno y santo es!
  
¡Oh alma devota! Dios lo quiere: Dios ha honrado sobremanera al Corazón de María: honra tú también, ama y obsequia cuanto puedas al Corazón amantísimo de tu dulce Madre.
   
Después de la meditación propia del día pídanse las gracias. Para alcanzarlas, rezar cinco Avemarías al Corazón Inmaculado de María.
  
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Inmaculado Corazón de María, el más amable y compasivo de los corazones después del de Jesús, Trono de las misericordias divinas en favor de los miserables pecadores! Yo, reconociéndome sumamente necesitado, acudo a Vos en quien el Señor ha puesto el tesoro de sus bondades con plenísima seguridad de ser por Vos socorrido. Vos sois mi refugio, mi amparo, mi esperanza; por esto os digo y os diré en todos mis apuros y peligros: ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
  
Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza, o la espina de la tribulación llague mi alma, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
   
Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones, coaligados para mi eterna perdición, me persigan con sus tentaciones y quieran hacerme perder el tesoro de la divina gracia, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
 
En la hora de mi muerte, en aquel momento espantoso del que depende mi eternidad, cuando se aumenten las angustias de mi alma y los ataques de mis enemigos, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
   
Y cuando mi alma pecadora se presente ante el tribunal de Jesucristo para rendirle cuenta de toda su vida, venid Vos a defenderla y ampararla, y entonces, ahora y siempre, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
  
Estas gracias espero alcanzar de Vos, ¡oh Corazón amantísimo de mi Madre!, a fin de que pueda veros y gozar de Dios en vuestra compañía por toda la eternidad en el Cielo. Amén.
  
En el Nombre del Padre, y del Hijo +, y del Espíritu Santo. Amén.
  
DÍA SEGUNDO - 11 DE MAYO
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración Preparatoria
 
CONSIDERACIÓN: Desagravio al Inmaculado Corazón de María
La Virgen pidió en Fátima a los tres pastorcitos ofrecieran sacrificios en reparación de las ofensas que se infieren a su Inmaculado Corazón. Solicitó en particular la comunión reparadora de los Primeros Sábados.
  
Lo que sostiene aún a este mundo pecador, a pesar de sus faltas, es el espíritu de reparación, que llega a su valor más alto en el Santo Sacrificio de la Misa, donde Jesús encabeza las reparaciones y desagravios de la Iglesia toda a su Eterno Padre.
  
Se ofende a Dios, y se ofende mucho también a su amadísima Madre, cuyo Corazón Inmaculado gime atravesado por una espada de dolor. “Ese vaso de santidad -exclama San Buenaventura- ¿cómo se ha trocado en mar de penalidades?” La Virgen Madre puede responder: “Hijos he criado y exaltado, mas ellos me despreciaron”. ¡Penitencia! nos dice Nuestra Señora en Fátima como en Lourdes. Sí: Fátima es un pregón de penitencia para esta época en que el hombre se niega a reconocer la gravedad del pecado, se glorifica en el sensualismo y se jacta de gozar de esta vida. No volver a pecar: esto es lo primero en el verdadero penitente. Y luego, mortificarse y sufrir por amor a Dios.
   
Oigamos, pues, el clamor de Nuestra Señora: ofrezcamos oraciones, buenas obras y sacrificios en desagravio a su afligido y Purísimo Corazón.
     
Pídanse las gracias. Para alcanzarlas, rezar cinco Avemarías al Corazón Inmaculado de María. La Oración Final se rezará todos los días. 
 
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
DÍA TERCERO - 12 DE MAYO
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración Preparatoria
 
CONSIDERACIÓN: La gran Promesa de Nuestra Señora
Esta promesa será sin duda lo que más perpetúe el nombre de Fátima a través de los siglos y traiga más frutos de salvación. “Prometo -dijo la Virgen- asistir en la hora de muerte con las gracias necesarias para la salvación a los que en cinco primeros sábados de mes seguidos comulguen y recen el rosario meditado”.
   
Ante estas palabras de misericordia del Corazón Inmaculado de María, el mundo se ha conmovido. El mismo soberano Pontífice Pío XII puso al principio de la Santa Misa del Corazón Inmaculado de María aquella invitación: “Vayamos con confianza a ese Trono de gracia”. Y cada uno de los fieles deseoso de asegurar lo que más importa, el porvenir eterno, tiene cuenta de sus cinco Primeros Sábados, evita el interrumpirlos, se alegra de coronarlos y se complace en repetirlos.
       
Es interesante el dato evangélico: Jesús otorgaba sus favores y prodigios preferentemente en sábado. E interrogaba a sus detractores: ¿Es lícito curar en sábado? Su Madre divina parece responder: los sábados son los días de mi predilección a favor de mis devotos en la tierra y en el Purgatorio.
  
¡Oh alma! reza el Rosario y comulga en dichos días, con gratitud, con fervor, en espíritu de reparación, y no lo dudes: albergada en ese Corazón Inmaculado, que es, según San Buenaventura, “deliciosísimo paraíso de Dios”, pasarás al Paraíso eterno.
     
Pídanse las gracias. Para alcanzarlas, rezar cinco Avemarías al Corazón Inmaculado de María. La Oración Final se rezará todos los días.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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